miércoles, 31 de marzo de 2010

NADA DE DESECUENTROS





Esta tarde de jueves ha sido la reunión en la cooperativa. Al terminar, ya en la puerta, han hablado. Fue una charla fugaz. Lo presencié y aunque ella presintió que yo estaba no podía verme.

-Por lo que acaba de decir deduzco que se siente usted muy molesta conmigo ¿No es así señora?

-Sí, un poco.

-No veo el motivo – responde distraído, ajeno a la conversación y absorto en sus ojos que refulgen iluminados por la tenue luz de farol del portón.

-Admita que ha dicho cosas sobre mí que no son ciertas- insiste ella. Pero inquieta ante la fijeza con la que la observa, pregunta ¿Qué mira usted?

-Su cara y... sus hermosos ojos - Responde él dándose la vuelta indiferente y altanero.

Después, el cochero nos ha traído a casa. La cocinera acaba de preparar una buena bandeja de “pepitos” con puntita de solomillo, jamón serrano y pimiento frito. Nos están esperando Antoñuelo el de los caballos y “Juan Sin Nombre” un ex banderillero; dos buenos amigos, personas sencillas pero sabias a los que él respeta y que, más que para hablar del trapío de los toros que se han apartado para la corrida, vienen para comer. Él lo sabe pero le encanta hablar con ellos. El domingo de Resurrección se lidian sus toros. Irá de incognito, como siempre, nunca quiere estar en el callejón con los apoderados y los toreros. Se va arriba, a la andanada, para mezclarse con los aficionados y oír sus comentarios y aprender.

Anda preocupado con los preparativos del encierro pero aún así después de despedirse de sus asesores se ha puesto a escribir para disculparse. Está asombrado con la inmediatez de Internet. ¡Ya acaba de recibir respuesta!

Hola.

Le tengo dicho que no todo es talento en el arte de escribir, hay que ser más cuidadoso. Tome nota, por favor, de las correcciones que he tenido que hacer en su escrito:

“Ni soy como intento mostrarme, ni usted, señora mía, es como pretendo hacerla ver que es. La verdad es que es usted paciente, educada y extremadamente amable. Tampoco creo que sea capaz de mentir. Desbordar la imaginación y adornar la realidad con guirnaldas y lazos de colores es proclamar su gran verdad; sin más. Bendito don. Y, en todo caso, si jugara con la mentira… sería una mentira hermosa y plausible. Es decir, con usted no se puede jugar con cartas guardadas en la manga; es usted lista y además, no merece que le hagan trampas.

Le voy a confesar mi pequeña estratagema. Mejor, se la ofreceré en una especie de símil o quizás metáfora, cosas que usted tan bien maneja y conoce.

Cuando jugaba con las niñas en las aceras de mi calle; (aquí no va punto y coma porque la oración es completa, en todo caso “coma”, porque se ha invertido el orden de la frase) le tiraba de las trenzas a la que más me gustaba, que, para mi tormento, siempre era la más guapa y la más vivaracha. La pobre niña no lo merecía. Su única culpa era alegrarme la vista con su hermosura y su mirada de pequeña sultana mora. Pero había momentos en los que no me prestaba ninguna atención. Estaba en sus cosas y sólo me decía: “hola”… o “hasta mañana”.

Entonces yo le tiraba de las trenzas para entablar una absurda discusión que me permitía acapararla un buen rato. También la (laísmo; muy común en Castilla, pero no en Andalucía) decía mentiras a sus amigas sobre ella. Y resultaba. Al otro día venía a buscarme y, con una ingenuidad y una dulzura conmovedora, me preguntaba (poner dos puntos) ¿Por qué haces esto? Mientras me lo preguntaba yo tenía otra oportunidad para asomarme al balcón de la profundidad de su mirada..

(Cacofónico)

No obstante, está muy bien. Sólo que la niña ya sabía de la estrategia y se dejaba tirar de las trenzas para que le creciera el pelo".

Apaga el ordenador y sonríe. Ni yo misma soy capaz de adivinar lo que estará pensando.

NADA

viernes, 19 de marzo de 2010

NADA DE HUMILDAD


Esta tarde han estado todos con él acompañándole en el almuerzo y celebrando su nuevo éxito. Me han ignorado. Quizás no me ven.

Ha caído la tarde y estamos solos pero no me habla ni ha pedido nada de alcohol. A la vez que el viento mueve con involuntaria armonía los visillos de la ventana y una brisa húmeda acaricia su nuca, él bebe agua de la que le traen en garrafa de la finca de la sierra. Si es otra la rechaza. Es buen catador hasta para eso.

No doy crédito a lo que veo. Ha convertido su escritorio en un lugar grosero e impersonal; ha sucumbido a la vulgaridad de la fría tecnología. Ahí está, ante la pantalla panorámica, acariciando el teclado como si de un sutil piano se tratara.

Mirando por encima de su hombro veo como las letras van apareciendo. Esto es lo que escribe:

Es imposible ser autentico en la humildad. Es una cualidad bipolar: Son humildes los que no saben ser o no pueden ser arrogantes. Humildes son los pocos elegidos que se saben superiores y les trae sin cuidado demostrarlo. Hay místicos humildes entregados a la causa de la humanidad. Una entrega poco recompensada si tenemos en cuenta el tremendo esfuerzo vital y la renuncia personal. Es un lujo que sólo algunos pueden permitirse. Así pienso y así soy de egoísta.

Luego estamos la gran mayoría: Unos jugamos a la apariencia de ser humildes; otros, nos estimamos tan poco a nosotros mismos que nos mostramos humildes plegándonos ante la evidencia de nuestra mediocridad. Y como crisol de todo lo dicho, estoy yo; que no me doblego ante nada ni ante nadie. Puro afán de notoriedad. De jovencito mi sueño era tener un escaparate y vivir en él mostrando al mundo mi belleza, mi gracia y mi encanto. Ahora no me importaría exhibirme en uno ellos y presumir de mi aún envidiable aspecto; pero esto sería una pérdida de tiempo y lo necesito para escribir mis geniales ocurrencias.

Hasta hace poco, nada ni nadie ha sido capaz de poder conmigo. Me resisto a ser humilde porque tengo pánico a la vulgaridad y la máscara de la prepotencia me salvaguarda de sucumbir. Y digo hasta hace poco, porque desde que me encontré con la mirada de la Baronesa, tengo que reconocer, muy a mi pesar, que comienzo a tener la humildad de aceptar que sus ojos me subyugan. Aunque, visto bien, eso se arregla mirando para otro lado ¡Faltaría más! "

Mientras la hoja sale de la impresora lentamente él acaricia, con nostalgia, la pluma de pavo real que convirtió en plumier y se siente culpable. “Las cosas ya no son lo mismo, todo cambia” se lo he dicho y lo comprende… pero no lo acepta.

NADA

miércoles, 10 de marzo de 2010

NADA MEJOR ...QUE HACER TABLAS


La respuesta.

Ahí está el sobre, inerte, desafiante. Apoyado en la estatuilla de bronce parece presidir el inminente encuentro entre los dos amigos. Ha llegado hace unas horas por correo ordinario y el remite demuestra su inequívoca procedencia.

Hoy tenemos almuerzo de fuste. Viene don Enrique de los Duraznos, el marqués de la Atunara. Es mucho lo que se juega, nada menos que uno de sus negocios más rentables. Pero está confiado; a la luz de los acontecimientos tiene ganada la apuesta.

Mi poeta se ha vestido informal pero sobrio: chaqueta clásica príncipe de Gales, pantalón beige y un pañuelo de seda color borgoña al cuello. Me ha pedido que adorne la mesa con un buqué de flores silvestres y que ponga los candelabros de plata de las grandes ocasiones. Y la vajilla de Worcestershire. Y la cristalería de Bohemia con el escudo de la casa grabado en oro. La ocasión lo merece. Sin embargo, yo estoy tranquila porque lo veo confiado y más prepotente que nunca.

Brindan. Y don Enrique inicia la conversación.
—Espero que hayas tenido en cuenta los tres requisitos que, según nuestro juego, debe cumplir una candidata, a saber: Que sea casada o tenga amante fijo. Que sea bruja y que no sea una vulgar calienta pollas.
—Poco importa eso para mi propósito pero creo que, al menos, cumple dos de ellos.
El marqués de la Atunara hace un gesto de conformidad y prosigue.
—Tener respuesta no es mal signo...¿Has leído el contenido?
—No. Te ruego que seas tú quien abra el sobre y lo leas con tu hermosa voz modulada.

—De acuerdo — dice, el marqués, abriendo el sobre pausadamente— Ya sabes que si ganas la apuesta tendrás mi negocio de almadraba y si pierdes ...recibiré tú ganadería.
—Así es, Enrique. El sobre que contiene el escrito donde dejé constancia de cual sería la meta a cumplir lo ha tenido en custodia nuestra amiga Nada.
Mientras mi poeta le observa con gesto de complacencia, don Enrique inicia la lectura de la carta:

Marqués de la Bellasombra.
Ciudad.
Estimado, amigo:

Cuando departimos amigablemente es usted todo un señor, por el contrario en sus escritos parece desvaríar. A que vienen esas tonterías, y qué le hace suponer a su gente que soy una cantaora. Están todos ustedes locos, empezando por Nada. Bromas aparte; ya sabes que sólo voy a comentar lo referente a la literatura, y en ese aspecto me parece que eres un genio. Estos escritos de NADA, con las cartas, deberías recopilarlos y con el tiempo convertirlos en un libro. Un libro original, donde la voz del narrador, en este caso la narradora, nos lleva de la mano para mostrarnos la vida y andanzas de su personaje; sus estados de ánimo, sus sentimientos; su manera de ver el mundo. Te dije y repito, que tienes una manera de escribir muy acertada, donde el análisis, la estructura y la forma adquieren unos matices innatos que, no estaría nada mal pulir y controlar de forma consciente.
No sé si te dije que soy una tímida, por eso me muevo como pez en el agua sólo en los terrenos que yo controlo. Los otros, los tuyos, me parecen una gozada porque tengo mucho que aprender, pero si hay mucha gente, me corto. Con respecto a mi actitud en el encuentro de ayer, ya te digo, intento pasar desapercibida o al menos, hasta que vea con qué tipo de
gente me estoy relacionando. Ya dejé de probar la profundidad del río con los dos pies.
Tus cualidades innatas, como los diamantes en bruto, son la genialidad. Pero sigue mis consejos: Un pedazo de diamante puede valer mucho, pero no tiene utilidad si no lo ajustamos a la joya en la que irá engarzado.
Un abrazo y hasta la vista.

La Baronesa de los Sueños Imposibles

Con disimulada satisfacción, el marqués de la Atunara le entrega la carta a mi querido poeta y sentencia en tono comedido: —Está claro que has perdido, amigo mío.
—Yo que tú no estaría tan seguro—.
Replica éste con cierto tono de altanería —Hagamos que Nada abra el sobre lacrado y lea lo que escribí antes de iniciar la apuesta. Si no he alcanzado lo que prometí, entonces si habré perdido.

Confieso que estoy nerviosa. Se juega su ganadería pero, sobre todo, su autoestima y su prestigio de conquistador. Abro el sobre, y con la solemnidad que me inspira el momento, leo:

Prometo que si no cumplo mi meta final cederé a Don Enrique de Durazno y Pérez mi ganadería de reses bravas denominada “Los Jarales” cita en el termino municipal de Tarifa (Cádiz). Mis dos primeros objetivos serán: Conseguir un acercamiento a la señora previamente escogida, hasta que lleguemos a tener amistad y trato personal. Hacer que acepte, con regocijo y agradecimiento, el regalo del título de Baronesa de los Sueños Imposibles. Conseguido esto, la finalidad última será:
Lograr que ella me oriente en el arte de escribir relatos de tal forma que yo sea capaz de obtener notoriedad.

Le entrego el escrito a don Enrique pero éste lo ignora y protesta airadamente.
—¡Tenías que conquistarla!... Ese era el desafío.
—¡No!... tenía que alcanzar la meta que me propuse, la que escribí en la tarjeta que Nada ha estado custodiando.
—Pero se sobreentendía que, como en otras ocasiones, se trataba de una conquista
— Insiste don Enrique en su reclamación.
—¡Y una conquista ha sido! leches. Te parece poco proponerme que me ayudara a escribir bien y haberlo logrado hasta el extremo de ganar tres premios literarios. ¿No te das cuenta que en ese sentido está rendida a mis pies? Pero si dudas de mi buena fe y crees que no he sido leal en este lance, te propongo renovar la apuesta.
Don Enrique arquea las cejas y espera en silencio la propuesta. Su amigo vuelve a sorprenderlo con unos de inesperados desafíos.
—A partir de hoy mi meta no será conquistarla sino lograr que, por si misma, ella me declare su amor.
—De acuerdo. Y...¿qué tiempo nos ponemos esta vez?
—Una eternidad, Enrique, una eternidad, amigo mío. —
Exclama el poeta suspirando.
—Te entiendo. Yo me quedo con mi almadraba y tú con tus toros. Ambos sabemos perder con hidalguía.

NADA

domingo, 7 de marzo de 2010

LA CONFUSIÓN DE NADA




Me lo cuenta todo. Después del desayuno ha estado despachando asuntos con el notario; cuestiones de herencias y testamentos. El almuerzo, en el club, con la marquesa de Torrevista.
No ha cenado en casa. Ha tenido un encuentro literario y luego ha tomado canapés en casa de una amiga extranjera.
Batines tiene para escoger; pero esta noche se inclina por el de siempre, el de seda adamascada color granate. Me ha pedido que le sirva un brandy de Jerez, solera 1880, en copa grande. Y una tableta de chocolate inglés. Sibarita en todo, hasta en la más mínima estupidez.
Sentado frente al tablero de ajedrez abre la caja de cuero repujado en la que conserva la colección de estilográficas, las contempla pausadamente y escoge la Waterman que le regaló el banquero Medel. Esta noche está caprichoso: Incluso ha seleccionado el tipo de gafas de leer optando por el modelo clásico marrón con cordón colgante al cuello. Suspira hondo y escribe:

Señora Baronesa:

Me tienen confundido. Nada, el cochero y todos el personal de servicio tratan de convencerme de que usted no es la Baronesa de los Sueños Imposibles. Antes decían que usted era una cupletista de tronío;”La Cordobesita” ¡Tonterías!
Ahora se empeñan en convencerme de que es usted una experimentada escritora... aunque puede que algo de cierto haya en ello, si no. ¿ A qué ha venido su inesperada presencia en la reunión literaria de esta tarde? Pero aún así me asalta la duda ¿Qué utilidad tiene esa sugerente y sensual fotografía, en la que aparece usted posando en toda su esplendorosa belleza, que no sea la de promover su talento artístico? Nada la ha sacado de no se donde para sustituir el cuadro de Romero Torres ¡Bien hecho! Ella conoce mis preferencias y mis gustos. Sea lo que sea, es indiscutible que en usted hay auténtica madera de artista.

No voy a molestar más ni al cochero ni al mozo: Esta misiva nunca llegará a sus manos, ni ninguna otra. Me duele la indiferencia que muestra usted ante mi sentida poesía. La paradoja está en que siempre y eternamente, le estaré agradecido.
Gracias a usted siento sensaciones que me retrotraen a mi época de adolescencia. Resulta divertido, y excitante a la vez, sentirme azorado ante su presencia. Como diría mi señora madre doña Ana Magdalena Álvarez de Toledo “ hijo, te han dado la vuelta como a un calcetín” Y es verdad ¿Dónde están mi seguridad, mi saber estar y mi don gentes?
Esta tarde ha querido la casualidad que me sentara frente a usted. Estaba inseguro, nervioso, rehuyendo su mirada indiferente y lejana. Pero todas estas circunstancias resultan hermosas; son un regalo a estas alturas de mi vida, una bonita experiencia. Me siento afortunado. No hay frustración, ni desencanto en éste melancólico estado contemplativo.

Ya le dije que nunca me había sentido inclinado a escribir. Comencé a hacerlo como excusa para acercarme a usted. El destino y la firmeza en el propósito, han propiciado que se cumpla mi objetivo: He logrado que nos tratemos. Podemos conversar tal y como yo lo esperaba. Por el momento resultaría temerario pedir más; sería tentar a la suerte y quiero que ella sigua acompañándome como siempre lo ha hecho.

No digo más. En este momento estoy contemplando la perfecta geometría del tablero y me imagino a la hipotética oponente. Ya he movido ficha y he planteado la jugada, ahora le tocaría a usted.
Suyo eternamente.
El marqués de la Bellasombra.

Se ha dormido escuchando “Almoraima” en la guitarra de Paco de Lucia. Sólo le ha robado una hora a la madrugada y ha sido capaz de encontrar la idea, la estructura y la forma. Pura técnica. Recursos. El resto son tonterías de principiante o puede que originalidad e ingenio.
Ha dejado el escrito a la vista, intencionadamente, para que yo lo lea.
Me pregunto quién será esa señora. Quiero conocerla y hablar con ella. Quiero hacerle sólo una pregunta ¿Debo desmontar el tablero y recoger las fichas de una partida que ni siquiera llegó a comenzar o existe la posibilidad de iniciar el juego?
La verdad es que creo que nunca existió mujer capaz de enajenar a poeta tan orgulloso. Para mi tranquilidad y para sosiego de él, sería necesaria una respuesta.

NADA