Comencé a escribir hace dos años. Entonces no me daba cuenta de que no sabía describir los ambientes y los escenarios y que, además, carecía de oficio. Tenía mi propio estilo, eso sí, y mucha imaginación. Mi amigo el poeta Francisco Aranda dice que mis relatos se leen sin sentir, que tienen fluidez. Creo que lo escribo tiene el mérito de no ser el fruto de ninguna influencia ni de ninguna escuela. Desconozco el método. Escribo como quiero: sin pretender NADA y sin intentar NADA. Las cacofonías no me importan ni las corrijo. Me interesa la elipsis aunque no tengo claro como se escribe ni lo que es. Pero lo intuyo y es suficiente.He leído en algún blog literario que grandes escritores lo han llegado a ser sin tener estudios superiores ; sin más maestro que su talento. Paradojicamente, esos blogs promueven el negocio de enseñar a escribir.
La creatividad no existe: Todo está creado porque en el Universo sólo hay un Creador. Espero que sea una forma de hablar. Si es así, creo que la escritura puede ser creativa se escriba lo que se escriba. Hay redactores del BOE que son creativos y escritores creativos que son aburridamente vulgares.
No pretendo ser una gran escritora ni creo tener tiempo para llegar a serlo. Pero soy única. Estoy sin contaminar. Hasta la fecha he escrito diez relatos y he obtenido cuatro premios literarios: Dos primeros y dos segundos premios. De mis doce relatos once han sido finalistas. No me gustan las estadisticas pero creo que viene a ser más del noventa por ciento de acierto, o de éxito. O posiblemente es que la flauta suena mi para por casualidad con demasiada frecuencia. Ahora estoy a punto de que una editorial me publique un libro.
Una escritora excepcional me animó cuando leyó mi primer relato y ha estado corrigiendo mis faltas de ortografía (despistes) hasta hace poco. Gracias a ella sigo escribiendo aunque nunca me ha dado un consejo ni ha corregido nada. Agradezco su delicadeza y su respeto. Y espero que si alguien que lea estás líneas pone en duda lo que digo, o se mofa, ella tenga la gallardía de corroborar que no miento. Dice que mis escritos rozan la genialidad. Puede que mienta y que exagere pero me ha dado confianza. Aunque está claro que no la necesito.
A todos los humanos nos pierde la vanidad, a todos; algunos lo disimulan pero se les ve el plumero. Prefiero pregonar a los cuatro vientos lo que opino sobre lo que me está sucediendo que hacer el esfuerzo vano de mostrar falsa humildad.
Me gusta lo que escribo, tanto me gusta que, como Narciso, un día voy a sucumbir sumergida en la lectura de mis ingeniosas ocurrencias.
Hoy me ha dado el punto y estoy expresando lo que a a otras les gustaría decir pero no se atreven porque quieren mostrarse "politicamente correctas" y seguir la corriente a la gente corriente.
Lo bueno de todo esto es que, en verdad, no soy NADA.